T.E.N.S. – (estimulación nerviosa eléctrica transcutánea)
La estimulación nerviosa eléctrica transcutánea es una terapia no farmacológica que se utiliza para aliviar el dolor y está entre los tratamientos utilizados en las unidades del dolor. La percepción del dolor sólo es posible cuando se activan unas células concretas de la médula y su activación se transmite hasta el cerebro. El TENS pretende impedir la activación de esas células nerviosas. Para ello aplica una corriente eléctrica demasiado suave como para excitar los nervios del dolor, pero suficientemente intensa para estimular otras terminaciones nerviosas de la piel.
Su estimulación activa unas células de la médula que liberan una sustancia que se fija a los nervios del dolor e impide que activen las células que perciben el dolor en la médula.
Si la corriente eléctrica es demasiado intensa excita también los nervios del dolor, lo que limita la intensidad del estímulo que el TENS puede aplicar.
Los efectos de la TENS ocurren a nivel periférico, espinal y supraespinal. A nivel medular se ha constatado que sus efectos están asociados a la activación de receptores de al menos cuatro tipos: opioides, serotoninérgicos, colinérgicos y GABA. En relación a los mecanismos supraespinales, los primeros estudios mostraron un aumento de concentración de beta-endorfinas en el torrente sanguíneo y líquido cefalorraquídeo tras la aplicación de TENS. Estudios posteriores han demostrado su efecto en las vías descendentes inhibitorias, que incluyen núcleo rafe magno y la sustancia gris periacueductal. Otros estudios muestran que los equipos de TENS para acupuntura de baja frecuencia, reducen la tolerancia a opioides. Por lo tanto, el equipo de TENS es un instrumento de rehabilitación, que en la actualidad forma parte del arsenal terapéutico en el programa de alivio del dolor crónico en los hospitales españoles. Asimismo, constituye una de las terapias no farmacológicas recomendadas para el manejo del dolor por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo, la información estadística de su uso y costos asociados en manejo del dolor en España es limitada.
Iontoforesis.
Se trata de una vía de administración de medicamentos que consigue una alta concentración del fármaco en el lugar de acción concreto y con mínimos efectos secundarios.
Consiste en introducir los fármacos a través de la piel por la acción de una corriente constante que ioniza los fármacos y consigue una mayor penetración a través de la piel.
Las principales ventajas de esta técnica es que evita que los fármacos produzcan toxicidad en el hígado y al aplicarlo directamente en la zona, se consiguen mayores del fármaco, lo que aumenta su eficacia. Además se evita la punción, lo que es más cómodo para el paciente y disminuye el riesgo de complicaciones.
La corriente eléctrica se aplica mediante unos parches dérmicos que se colocan en la zona a tratar, con el fármaco correspondiente cargado. El tratamiento dura aproximadamente unos 20 minutos y hay que realizar varias sesiones.
Algunas indicaciones: Neuralgia postherpética, neuralgia trigémino, síndrome del túnel carpiano, procesos inflamatorios musculo-esqueléticos, síndrome miofascial.
Viscosuplementación
La infiltración de ácido hialurónico, también denominada viscosuplementación, tiene el objetivo de disminuir el dolor articular y mejorar el estado funcional de la articulación artrósica y, más particularmente, la rodilla.
El ácido hialurónico es una sustancia viscosa y elástica que normalmente fabrica la articulación y que compone el líquido sinovial. En su estado normal, este líquido es muy rico en ácido hialurónico, y lubrifica las superficies cartilaginosas por sus propiedades viscosas y las protege de los golpes por sus propiedades elásticas. Durante la osteoartrosis, el líquido sinovial pierde ácido hialurónico, lo que hace al cartílago más vulnerable a las fuerzas de fricción y compresión.
Las inyecciones de ácido hialurónico actúan más lentamente que las infiltraciones de corticoides, pero su efecto es más duradero, y puede durar entre 8 meses y 1 año. Algunos estudios científicos sugieren que podrían ralentizar la evolución de la osteoartrosis y por ello retrasar la indicación de articulaciones protésicas.